La presión social que existe sobre los medios de comunicación para que utilicen un lenguaje políticamente correcto y sus consecuencias sobre el rigor informativo centran el seminario que se celebra estos días en San Millán de la Cogolla (La Rioja) y que reúne a periodistas, consultores y profesores de España y América.
La Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) y la Fundación San Millán de la Cogolla son las instituciones organizadoras de este VI Seminario Internacional de Lengua y Periodismo que, bajo el titulo El Periodismo y el lenguaje políticamente correcto, ha inaugurado la princesa de Asturias en el Monasterio de Yuso.
Durante tres días, periodistas, lingüistas, consultores, directores de comunicación y profesores de ambos lados del Atlántico analizan la relación que existe entre la necesidad de un lenguaje preciso y correcto que ayude a transmitir un mensaje ajustado a la realidad y la incursión, cada vez mayor, de lo políticamente correcto y socialmente establecido en el discurso periodístico.
Entre ellos estará el consejero delegado de la agencia Bassat Ogilvy, Borja Puig de la Bellacasa, que durante las jornadas tratará de explicar hasta qué punto el lenguaje políticamente correcto se ha convertido en una perversión del propio lenguaje "orientada a distorsionar la percepción de la realidad en defensa de determinados intereses". Sobre este asunto también hablará la profesora Pilar Guitart, para quien el discurso de las mayorías en el poder acaba apoderándose en muchos casos del código de las minorías teniendo en cuenta el lenguaje como un instrumento de acción.
Por su parte, el consejero delegado de Llorente & Cuenca, José Antonio Llorente, afirmó que "el lenguaje politicamente correcto ha sido superado por los acontecimientos". En el mundo actual, destacó, "no funcionan ya los juegos de palabras, cuentan lo hechos y las estrategias de relacion. Los políticos tienen que poner más énfasis en lo que hacen y no en lo que dicen, evidentemente la comunicación es importante pero esta comunicación tiene que estar muy pegada a la realidad y a los hechos". Llorente se refirió también al cambio relacional que conlleva la "universalización del acceso a internet"; la red, señaló "ha abierto un amplísimo campo interrelacional que las empresas y organizaciones no pueden controlar como antes". Llorente afirmó que la sociedad está cada vez mejor informada, por lo que el reto actual para empresarios y políticos pasa por la "transparencia, veracidad y hechos" más que el lenguaje.
Frente a la presión que ejerce el poder sobre el lenguaje está también la que practican los colectivos marginales que demandan una mayor sensibilidad lingüística de los periodistas hacia ellos. "Una realidad -explica el director de la Fundéu BBVA, Joaquín Müller- que lleva a informar de hechos con una gran carga ideológica, que precisan de un tratamiento lingüístico muy cuidadoso para no herir la imagen de los colectivos implicados". En opinión de Müller, tampoco sirve un lenguaje políticamente correcto sobre las minorías y los marginados si no va acompañado de un cambio de enfoque real: "el periodista debe conjugar ese cuidado en el lenguaje con la claridad del mensaje".
En este sentido, Luis Carlos Díaz Salgado, especializado en sociolingüística y participante en este seminario, sostiene que los usos eufemísticos son poco compatibles con las tareas informativas, "pues en la mayoría de los casos entorpecen más que aclaran". "Las lenguas brindan a sus hablantes, incluidos los periodistas, no solo la forma exacta de llamar a las cosas, sino también la posibilidad de ocultar y encubrir la realidad", concluyó Díaz.
El lenguaje informativo de las guerras también estará presente en estas jornadas en las que la excorresponsal de TVE, Rosa María Calaf, tratará de demostrar cómo los medios de comunicación en caso de guerra o conflicto, más que contar la realidad contribuyen, a menudo, a crearla: "la elección del léxico va configurando una imagen de los hechos determinada".
El seminario también abordará el lenguaje de las informaciones relacionadas con la inmigración, los grupos étnicos y religiosos minoritarios, la homosexualidad, los discapacitados físicos y psíquicos, el terrorismo, la mafia y el narcotráfico.