Las ruedas de prensa tras los consejos de ministros han cambiado radicalmente con la llegada de Alfredo Pérez Rubalcaba a la vicepresidencia y la portavocía del Gobierno, al haber impuesto en Moncloa un estilo muy distinto al que había implantado María Teresa Fernández de la Vega. De esta manera, los informadores que cada viernes acuden al Palacio de La Moncloa, para cubrir la sesión informativa que se celebra después de la reunión del Gobierno, han apreciado dichos cambios, que marcan un nuevo estilo.
Según cuenta El Confidencial Digital, Rubalcaba llega al salón prácticamente solo y no lleva consigo la corte que solía acompañar las entradas de Fernández de la Vega. Por otra parte, el nuevo portavoz gubernamental no lee los acuerdos que ha tomado el Gobierno, porque considera que ya se entrega a los periodistas la referencia por escrito y con eso es suficiente. Lo cual acorta la sesión y la hace menos pesada.
Además, apenas lleva papeles, por lo que apenas lee. En su primera rueda de prensa llegó sin una sola anotación, armado sólo con un bolígrafo, e improvisó después de afirmar, como excusa que algunos no se creyeron, que se le habían borrado las notas que tenía preparadas en el ordenador. Esto marca un gran contraste con Fernández de la Vega, que aparecía con una gran carpeta, en la que todo estaba escrito... incluso el “buenas tardes” del saludo inicial.
Por otro lado, a la hora de las preguntas, Rubalcaba no tiene periodistas preferidos, al contrario de lo que ocurría con su antecesora, que cada semana cumplía una rutina repetida: empezaba dando la palabra a los mismos. Además, y siempre de acuerdo con lo publicado por El Confidencial Digital, ha suprimido los corrillos, es decir, la conversación informal al término de la rueda de prensa, rodeado de periodistas, que De la Vega acostumbraba a permitir, y que era ocasión paraabordar otros asuntos, clarificar enfoques y de paso lograr algún off the record.
El ‘estilo’ impuesto por Rubalcaba en las ruedas de prensa de los viernes tiene sus detractores entre los periodistas habituales de La Moncloa. Una de las quejas es precisamente la eliminación de los mencionados corrillos. El argumento que dio el nuevo portavoz fue que eran “peligrosos”.
Otra de las críticas es que, cuando contesta a las preguntas, hace comentarios graciosos que, dada la habilidad del hoy vicepresidente, no pocas veces dejan descolocado al periodista que planteó la cuestión, que incluso hasta queda mal. Muchos creen que lo hace con toda intención, interrumpiendo las preguntas con comentarios y coletillas…