La divulgación de las amenazas del director de la oficina de Comunicación de la Generalitat de Cataluña, Antonio Bolaño, contra el redactor jefe de La Vanguardia, Jordi Barbeta, provocaron una reacción en cadena en contra de la actuación del alto cargo gubernamental catalán.
El Colegio de Periodistes de Cataluña intervino para pedir explicaciones al Gobierno de Montilla y calificó de "desprecio absoluto contra la libertad de expresión" sus manifestaciones. Según denunció Barbeta, Bolaño le amenazó con la afirmación textual de "te juro que no voy a parar hasta joderte".
La frase se pronunció el pasado viernes por la mañana. A esa misma hora, Bolaño advirtió también a un subdirector del diario con iniciar una campaña contra el grupo editorial en el que trabaja. "Vamos a ir por vosotros. Os vamos a hundir. No nos llaméis en tres semanas porque nadie va a estar a vuestra disposición", añadió. El mismo mensaje, categórico y contundente, fue transmitido a un miembro de la sección de Política.
Días después de proferirse tales amenazas, Antonio Bolaño llamó personalmente a Jordi Barbeta para pedirle disculpas. "Fue un calentón", se excusó. El origen de este calentón fue la información publicada por La Vanguardia en la edición del viernes donde se divulgaban las alegaciones que el abogado del Estado preparaba para tratar de evitar que triunfase el recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP contra el Estatut.
El argumento esgrimido por Bolaño era que las alegaciones habían sido presentadas el 2 de noviembre y que ya habían pasado casi cinco meses. Lo que no decía el citado portavoz es que ningún medio había publicado hasta el pasado viernes su contenido. La información permitía facilitar a los lectores conocer con exactitud el punto de vista y la estrategia del Gobierno central de cara a evitar el triunfo del recurso del PP en el Constitucional.
El PP se ha unido a CiU para pedir la dimisión de Bolaño. Los dos grupos consideran intolerable la reacción del hombre de confianza de Montilla y plantearon iniciativas parlamentarias al respecto. El portavoz de CiU, Felip Puig, solicitó la comparecencia inmediata en el Parlament del secretario general de Presidència, Isaías Táboas, del secretario de Comunicación, Albert Sáez, y del propio Bolaño.
Puig consideró que el hecho es "gravísimo" y "sin precedentes en la historia democrática de Cataluña". Y se preguntó: "si éste es el talante del director de Comunicació de Presidència en relación con los medios de comunicación privados, ¿qué debe de estar pasando en los medios públicos?".
El portavoz adjunto parlamentario del Partido Popular, Daniel Sirera, pidió únicamente la comparecencia de Táboas y reclamó la destitución de Bolaño con el argumento de que si no lo hacía "entenderemos que está asumiendo las amenazas de su jefe de comunicación".
El tripartito reaccionó minimizando el incidente. El secretario de organización del PSC, José Zaragoza, se curó en salud asegurando que desconocía "las conversaciones privadas" entre Bolaño y Barbeta. "Si se sentasen y hablasen, seguramente se aclararían las cosas", sentenció. Más parcos aún fueron los dirigentes de ERC e Iniciativa, que prefirieron no decir nada, ni a favor ni en contra.