La cobertura informativa del denominado “Caso Gabriel” ha planteado, una vez más, numerosas controversias sobre el tratamiento ético de la noticia por parte de algunos medios de comunicación y periodistas, que han confundido los deberes profesionales con la búsqueda constante de audiencia a cualquier precio.
Ante las numerosas quejas recibidas, tanto por los profesionales de la comunicación y el periodismo como de diferentes entidades ciudadanas, desde la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) han insistido en que su Código Deontológico recomienda que en las informaciones que “medien elementos de dolor o aflicción en las personas afectadas, el periodista evitará la intromisión gratuita y las especulaciones innecesarias sobre sus sentimientos y circunstancias”.
La FAPE ha recordado el tratamiento riguroso que exige un caso tan delicado, y se ha mostrado consciente de la dificultad de conjugar el derecho a la información y el respeto a las víctimas; por lo que ha reiterado la necesidad de formación y de conciencia, valores añadidos que debe aportar el periodismo, máxime, cuando la realidad diaria enfrenta al profesional a la presión de captar audiencia y a actuar a la velocidad que marca la actual Sociedad de la Información. Sin embargo, desde la organización han destacado que estos condicionantes no deben apear a los profesionales del respeto a la dignidad de los afectados.
El sensacionalismo, el morbo o la difusión de imágenes que nada aportan a la información pueden ocasionar pérdida de credibilidad, que constituye el valor que aporta el periodismo a la sociedad, por lo que la Federación apela a la autorregulación de los profesionales y de los medios informativos, y recuerda la existencia de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo, constituida como órgano de autocontrol interno de la profesión periodística y que vela por el cumplimiento del Código Deontológico de la organización.
