Piden que los programas de “corazón” informen con prudencia y precaución

La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) se ha hecho eco, a través de un comunicado de prensa, de la sentencia dictada recientemente por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, tras la demanda de la cantante Paulina Rubio contra tres programas de televisión, que considera intolerable que airearan detalles de la vida sexual de la artista tribunal.

Pese a estimar que los denominados programas de entretenimiento conocidos como “de corazón”, basados fundamentalmente en la opinión, no pueden considerarse periodismo, y en el conocimiento de que las distintas normativas contemplan leyes para proteger los derechos de los ciudadanos que puedan verse afectados por los contenidos que en ellos se emiten, desde la FAPE han hecho un llamamiento a las televisiones para que estos espacios informen con prudencia y precaución, según indica la mencionada sentencia dictada por el Tribunal de Estrasburgo.

La Corte europea ha sentenciado que en España se ha violado el artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que protege el derecho al respeto de la vida privada y familiar.

La cantante mejicana Paulina Rubio demandó a tres programas de televisión que airearon detalles de su vida sexual, provocando el apercibimiento del Tribunal Europeo, que constituye una oportunidad para reflexionar sobre el tratamiento informativo que se realiza en España, especialmente en algunos programas televisivos que invaden, en muchos casos, la intimidad o el derecho al honor de las personas.

La sentencia constituye una seria advertencia sobre los límites de la información cuando se entromete en la vida privada de personajes famosos que, en nombre del interés general, lo que persigue realmente es incrementar el negocio.

Con frecuencia se produce una colisión entre el derecho a la información y los del honor y la intimidad, en cuyo caso prevalece el derecho a la información, siempre que las noticias tengan interés público. Añadir morbosidad o rumores, bajo la excusa de que contribuye a incrementar el debate de interés general por la notoriedad del personaje, no ayuda a la formación de una opinión sana, esencial para la vida democrática.

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